jueves, 22 de abril de 2010

Energía Fotovoltaica (expansion.com)

Energía fotovoltaica: misoneísmo o inversión
Fuente: expansion.com
Publicado el 22-04-2010, © Juan Laso

La energía solar fotovoltaica es parte esencial del nuevo modelo energético mundial para el siglo XXI. España ha apostado por ella, al igual que Alemania, Estados Unidos, Portugal, Francia, Japón, Italia, Bélgica o China.


Todos estos países priman la producción, apoyan la industria y defienden a sus empresas frente a las foráneas. De hecho, Italia, Francia o Alemania abonan a la producción solar fotovoltaica primas muy superiores a las que se pagan en España, según atestiguan año tras año las estadísticas del Instituto de la Energía, dependiente de la Comisión Europea.

Alemania cuenta con un promedio anual de irradiación solar muy inferior al español, pero triplica la potencia instalada, abona primas superiores y cuenta con un plan de apoyo a la solar fotovoltaica estable a medio y largo plazo. De ahí que deba reseñarse el masivo apoyo administrativo, institucional y social de los alemanes a las renovables, en general, y a la solar fotovoltaica, en particular. Sobre todo si lo comparamos con el arsenal de críticas, descalificaciones y medias verdades con que se ataca a la energía limpia en España.

Si hacemos caso a algunos directivos de grandes empresas de energías fósiles, las empresas fotovoltaicas en España somos económicamente insostenibles, encarecemos el recibo de la luz, distorsionamos todo el sistema eléctrico nacional y estamos en manos de defraudadores.

Si tan perniciosa es la energía solar fotovoltaica, ¿cómo puede explicarse que Alemania apueste tres veces más que España por esta fuente de energía? ¿Por qué la potencia fotovoltaica instalada en todo el mundo crece por encima del diez por ciento año tras año? ¿Por qué el resto de los países invierten decididamente y a largo plazo en la industria fotovoltaica, mientras en España arrecia la campaña para que las energías fósiles no cedan ni un milímetro de su cuota de mercado e impidan a España alcanzar los objetivos obligatorios de producción de energía limpia marcados por Europa y deseados por la mayoría de su ciudadanía?

Normativa comunitaria
De entrada, conviene aclarar que España sí cuenta con un modelo y un objetivo energético cuantificable para 2020. Los establece la Directiva Comunitaria 2009/28, que fija para sus países miembros una participación mínima de las renovables en el consumo de energía final del 20%, incluido un 10% de consumo renovable en el transporte y de un 40% en la generación de energía eléctrica. El Ministerio de Industria acaba de presentar un informe que amplía ese compromiso español hasta el 22,7% para el total energético, y hasta el 42,3% para la generación bruta de electricidad.

Pasar de la situación actual, donde el 87% de la energía consumida en España procede del exterior, al objetivo previsto para 2020, con un 22,7% renovable, es la verdadera razón del incremento de las primas experimentado en 2009. Pero no es cierto que las energías renovables encarezcan el recibo de la luz.

De hecho, desde que las renovables participan de forma significativa en el sistema eléctrico, el precio mayorista de la luz ha descendido un 36%, según un informe de Deloitte. Tampoco es cierto que las renovables sean las causantes del déficit tarifario, que como tal comenzó en 1997, mucho antes de que echásemos a andar.

El importe total de todas las primas a las renovables tuvo el año pasado un coste real bruto de menos de 20 céntimos de euro por familia y día. A cambio, las energías limpias permitieron en 2008 un ahorro de más de 3.500 millones de euros sólo en emisiones de dióxido de carbono e importaciones de combustibles fósiles. Además de este importante ahorro, esos 20 céntimos de euro suponen una inversión capaz de asentar todo un sector estratégico, de futuro, generador de riqueza y empleo a corto, medio y largo plazo en España.

De los 6.000 millones de euros recibidos en primas por las renovables en 2009, a la solar fotovoltaica le correspondieron unos 2.500 millones de euros. Es una cifra considerable, pero se trata de una inversión que ha merecido la pena, tanto para la Administración como para los consumidores. El régimen de primas supone la única forma de acelerar el descenso de costes de las renovables, al entender que ese coste se compensará a medio y largo plazo con una capacidad de retorno a la economía y al conjunto de la sociedad sustancialmente mayor.

Contribución económica
Y es que según un análisis del Boston Consulting Group, las primas acumuladas por la industria fotovoltaica en suelo hasta 2012 ascenderán a unos 8.000 millones de euros, pero para entonces esa misma industria habrá desembolsado a su vez 8.200 millones de euros sólo entre contribuciones a la Seguridad Social, impuestos de Sociedades y de la Renta, tasas locales, ahorro de combustibles fósiles y derechos de emisión.

No son datos baladíes, ya que al tratarse de una energía totalmente autóctona, los réditos de ese sector productivo se quedarán en España, a diferencia de otras fuentes de energía contaminante donde, además, el único sector productivo que se favorece es el de terceros países.

Atenuar los efectos del cambio climático es un objetivo estratégico esencial para nuestro país y sólo puede conseguirse apostando por las energías renovables, en general, y la fotovoltaica, en particular. El informe Clivar España sobre evaluación del cambio climático regional es taxativo.

O se reducen sustancialmente desde ahora las emisiones de dióxido de carbono o para 2070 la temperatura media en España se elevará seis grados centígrados en verano y descenderá tres en invierno. Se trata de un informe elaborado por 120 científicos españoles, promovido por la Secretaría de Estado de Cambio Climático, con la mayor recopilación de literatura científica en la materia. Son unas predicciones tan nítidas y tan devastadoras que resulta de todo punto incomprensible cómo los más recalcitrantes amigos de lo fósil se atreven a seguir sugiriendo que las cosas, especialmente el mix energético, deberían quedarse como están.

En definitiva, el denominador común de las críticas a las que acabo de responder es el misoneísmo que destilan. Según el diccionario, misoneísta es la persona hostil a las novedades, y ese perfil ha existido siempre. La única forma de asegurarnos un futuro mejor es invertir ahora en renovables.

Si el amable lector escucha la teoría de dejar las cosas como están, porque ahora la energía convencional es más barata, le aconsejo que recuerde a Clivar España y su pronóstico para 2070. Lo único que nos faltaba dentro de sesenta años es seguir dependiendo tanto como ahora de las energías fósiles. Para entonces, con tres grados menos en invierno y seis más en verano, el recibo de la calefacción y del aire acondicionado sí que les iba a subir de forma insostenible a nuestros descendientes. A los de los misoneístas y, de paso, a todos los demás.

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