domingo, 4 de abril de 2010

Dr. Giacopini Zárraga (Dr. Gustavo Coronel)

José Antonio Giacopini Zárraga
1915-2005


Me acaban de comunicar la muerte de José Antonio Giacopini Zárraga. Cuando Francis Fukuyama escribió “El Fin de la Historia” no estaba pensando en José pero este título fué lo primero que se me vino a la mente al saber de la muerte de este hombre, quien fué, quizás, la mas importante fuente oral de la historia contemporánea de Venezuela. Solo Ramón Velazquez puede comparársele.

Siempre admiré la manera como José parecía haber estado presente, como actor o testigo de excepción, en los momentos mas importantes de la historia de la Venezuela contemporánea: En 1946 fue electo Congresante por el partido Acción Democrática, después de haber sido secretario accidental de la Junta de Gobierno que derrocó a Isaías Medina Angarita. Gallegos lo nombró Gobernador del territorio Amazonas, adonde, según Ken Wetherell, llevó el primer tractor. Cuando Pérez Jiménez tumbó a Gallegos, Giacopini estaba allí, en la mitad de los acontecimientos, aconsejando y ayudando a que el proceso fuese lo menos traumático posible. José fué gran amigo de Pérez Jiménez y su secretario privado por corto tiempo. Al final de la dictadura, mas que todo por esa amistad, José le aceptó a Pérez Jimenez un puesto en su último gabinete, el cuál fué una especie de pequeño Titanic. Después de esta aparición activa en política, José Giacopini, “Giaco” como lo llamaban sus amigos, se dedicó a influir en la vida nacional desde una posición de asesor y consejero de empresas, organizaciones empresariales e instituciones históricas y culturales : Fedecámaras, Shell, Asociación de Relaciones Públicas, Banco Latino, Junta Nacional de Conservación del Patrimonio Histórico y Cultural, Instituto Botánico, Consejo de la Orden del Libertador, Consejo de la Defensa Nacional, Pro Venezuela, Academia de Ciencias Fisicas y Naturales….. pare usted de contar.

Nació José en Caracas, creo que en la misma casa donde vivió toda su vida y donde murió, número 35 de Cuartel Viejo a Pineda. Sus padres fueron Mario Giacopini y Belen Zárraga Alcántara. Por la línea materna José era sobrino del General Francisco Linares Alcántara, presidente de Venezuela hacia fines de siglo y descendía de una de las “musas” Aristiguieta y Blanco, Manuela, quien casó con Miguél de Zárraga, uno de los firmantes de la primera Constitución de Venezuela en 1819. José era un mantuano, sin lugar a dudas y muchas de sus ideas y preferencias así lo demostraban. Amaba los caballos, las armas, el ejército y la historia. Su erudicción petrolera fué una consecuencia, hasta tardía, de su amor por la historia, un amor nutrido en tertulias familiares donde se hablaba de personajes y sucesos importantes.

A través de esas historias atesoradas en el gran disco duro que fué su memoria, combinadas con sus propias experiencias, José fué estructurando su propia visión de los procesos históricos venezolanos, desde Guzmán hasta nuestros dias. Según él, la historia venezolana es como un péndulo que oscila cada 30 a 40 años. De Guzman a Castro y Gómez; de Gómez a la democracia; de la democracia personificada en Betancourt al caudillismo socialista de nuevo cuño. Esta tesis de José parece tener algunos visos de certeza y sirve, al menos, para comprender con mas rapidez lo que ha sucedido y está sucediendo. Personalmente José fué un militarista y un ultraderechista, según sus propias palabras. Pensaba que los venezolanos deseábamos ser “suecos, franceses o norteamericanos pero no entendíamos que la democracia no es un sistema político de consumo universal.

No es un sombrero que se le puede poner a cualquier cabeza”. Y añadía: “Los gobiernos autoritarios son resultado de un proceso normal y aparecen cuando los pueblos los necesitan. Un ministro de defensa civil sería una ofensa a las fuerzas armadas”. Un dia de 1973 lo encontré rezando en su oficina y. al verme, me dijo: “Gustavo, estoy rezando agradecido por la caída de Allende y la llegada de Pinochet”. Su admiración por el ejército explica el por qué pudo apoyar a Pinochet (derecha) y, años después, al final de su vida, mostrar un claro sesgo favorable a Chávez (izquierda?). Ambos han encarnado el mismo concepto de autocracia militar que José pensó era lo que América Latina realmente necesitaba. Sin embargo, José también criticó publicamente, algo raro en él, algunos aspectos del chavismo. “La Constituyente es un grave error. La prioridad número uno del pais es la economía…. El tratamiento dado a los indígenas bajo este gobierno es demagógico”. Y dijo de Chávez: “Creo que es un buen patriota. Lo que mas le interesa es parecerse a Bolívar pero todavía es temprano para saber que hará”.

José ha muerto a los 90 años, después de una larga y activa vida. Por muchos años su salud se mantuvo perfecta, ayudada por el régimen que comenzó a los 37 años, un régimen de vida frugal después de una juventud bohemia. “Tomaba como un cosaco” reveló en una ocasión y “me encantaban las mujeres”. Sin embargo, esto dió paso a una vida tranquila, cero alcohol, temprano a dormir y levantarse antes de las 5 a.m. “A las 4:45 me levanto y leo por dos horas sobre mis temas preferidos; armas, caballos, petróleo, historia. Me desayuno con un huevo crudo, yuca, pan integral y una taza de cacao amargo con leche. Luego me voy a Pro Venezuela, Fedecámaras, al Consejo de la Orden del Libertador o a la Academia de Ciencias Físicas y Naturales. Almuerzo en la casa, una sopa de auyamas o de berros, con pedazos de carne o pollo, caraotas, yogurt casero y café. De noche, mas sopa. Me tomo ocho vasos de agua al día, de dos en dos. Soy un gran carnívoro y no me canso de comer las mismas cosas, una y otra vez. Duermo ocho horas, como un angelito. Nunca he fumado”.

Ken Wetherell, quien fué presidente de la Compañia Shell de Venezuela un poco antes de la Nacionalización, escribió un obituario para José en 1996! Me hizo llegar hace algun tiempo una parte de este documento en el cuál dice, entre otras cosas:

“José era un abogado pero su habilidad analítica era escasa, por lo cuál nunca practicó la profesión. Era independiente, muy respetado y gozaba de gran confianza por su discreción. Era el vehículo idel para establecer comunicacion entre grupos divergentes: políticos, generales, diplomáticos, sindicalistas, industriales….todos querían su consejo cuando estaban en situación difícil… parecía que la población de Venezuela se dividía en dos grupos: sus familiares y sus amigos….. carecía totalmente de malicia…. Trataba a la gente muy importante y a los mas humildes con la misma caballerosidad…. No decía malas palabras… era perfecto para ser un gran relacionista público.”

De José recuerdo una anécdota que solía relatar con su característica gracia. Un hombre comenzó a sentirse mal y el médico le dijo que tenía problemas digestivos y que debía comenzar a hacer una dieta de leche, preferiblemente leche materna. Le sugirió que contratase a una nodriza por unos tres meses. Contrató, pués, a una jóven blanca y bella, de grandes ojos y hermoso busto y comenzó su dieta. Al comenzar a alimentarse el señor, la jóven pasó de una actitud profesional a un estado de progresiva alteración. Sus grandes ojos se volvieron suplicantes, su cara se llenó de un intenso rubor. En un cierto momento el hombre se la quedó viendo y le dijó: “Podría usted hacerme un gran favor?” Y la joven le contestó temblorosa: “pídame lo que usted quiera”. A lo cuál el hombre le suplicó:

“consígame una galletita!”. Hay otra muy buena que me transmitió Ken Wetherell, sobre un caballo y un par de yeguas, la cuál no me atrevo a transcribir aquí.

En una ocasión un grupo de Shell que almorzaba en San Bernardino, en un restaurante que tenía “reservados”, fué informado que José estaba en el sitio, con “una mujer”. En efecto, por debajo de la semi puerta se veía la falda de la desconocida acompañante. El grupo decidió permanecer en el local hasta ver a la misteriosa acompañante. A las cuatro y media de la tarde, salió finalmente la pareja. José saludó efusivamente a los amigos mientras que…… el Cardenal Quintero les daba la bendición.

José tocó las vidas de muchos venezolanos importantes y no tan importantes. Como Asesor personal del General Rafaél Alfonzo Ravard era el primero en llegar a la oficina de PDVSA, en el piso 9 (0 10?) del Edificio Lagoven en Los Chaguaramos. Quizás yo era el segundo,como jóven miembro de la primera Junta Directiva, deseoso de participar en esa nueva y gran aventura. Por ello, nos encontramos muchas veces antes de iniciar el día oficialmente y tuvimos tiempo de hablar de todo un poco. Siempre me aconsejó moderar mi vehemencia y lo que generosamente llamaba mi impaciencia (quizás en su mente la llamaba inmadurez). Mis actuaciones en la Junta Directiva eran irreverentes y, en retrospectiva, creo que el General Alfonzo tuvo mucha paciencia conmigo. Cuando me llegó la hora de renunciar por el traslado arbitrario e inconsulto de Meneven a Puerto La Cruz, José Giacopini hizo todo lo posible por disuadirme. Me dijo: “Quédate tranquilo y no renuncies, que tu vas a ser presidente de PDVSA”. Ni esa “predicción” amable me convenció a aceptar lo que consideré inaceptable, pero se lo agradecí y se lo agradezco.

Con la muerte de José Giacopini se cierra buena parte de lo que fué una Generacion petrolera importante, la que llamamos en artículo reciente, una Generación de Pioneros. Quizás, como dice Luis Pacheco, habrá que buscar un mejor término para ellos pués los verdaderos pioneros fueron gente a lo Gumersindo Torres, Enrique Tejera, Leopoldo García Maldonado, Martin Tovar Lange, Rafaél Torres, Sandrea, Ronald Pantin el viejo y Luis Pacheco, abuelo del jóven actual.

Mientras escribo esta nota, allá en Caracas José es despedido por sus familiares y amigos. Como bien lo dijese Ken Wetherell en su obituario de 1996, ello significa estar rodeado del afecto de todo el pueblo venezolano. Su epitafio bien pudiese leer:

José Giacopini Zárraga
Venezolano
Siempre tuvo una frase amable para todos

Gustavo Coronel
11 11 05

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Petroleumworld News 11/11/05

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