Rafael Alfonzo Ravard, un hombre a carta cabal
Alberto Baumeister Toledo
Viernes, 1 de diciembre de 2006
Hace pocos días la prensa dio cuenta del lamentable fallecimiento del General (r) Rafael Alfonzo Ravard, un hombre, un militar, un empresario y un ejecutor de proyectos útiles al país a carta cabal.
Con su muerte la patria pierde otro de sus más capaces e hidalgos hijos. Alfonzo Ravard fue a diferencia de los que son el común de sus pares, un militar que supo honrar el uniforme que le brindo la patria para ocuparse de ella en pago de lo cual fue ferviente y agradecido hijo, entregándose eficiente y pulcramente no una sino muchas veces a las misiones que se le confiaron. Como tal se preparó tanto en su patria como en el exterior, alcanzando los más caros honores y donde siempre supo honrar sus preseas.
Como hombre de empresa y preparado para crearlas y conducirlas con acertado tino, fue otro digno ejemplo, habiendo tenido a su cargo la dura y penosa tarea de crear y conducir el proyecto de creación de Ciudad Guayana, desde su planificación urbana, hasta su gran crecimiento industrial y urbano. En esta tarea, Alfonso rodeado de un magnifico grupo de profesionales y hombres de empuje, entre quienes contaban dos ex ministros, abogados, financistas e ingenieros en todas las especialidades, ambientalistas , agrónomos y hombres de ciencia, todos a su mismo estilo y con espíritu creador y en su gran mayoría honestos a carta cabal acometieron desde las expropiaciones de lo que luego sería la nueva urbe, hasta el proyecto de creación y fortalecimiento industrial en la zona de Guayana, electrificación, rearborización y siembra de especies de Pinos, y construcción de viviendas apropiadas para los pioneros de la zona, así como el desarrollo de las industrias del hierro, aluminio, etc.
Dije honestos en su gran mayoría, pues no puedo dejar de reconocer que algunos desvariaron y siguieron malos caminos, no todos tienen en idénticas dosis entereza y honradez como valores inculcados, pero de quienes de alguna manera razonablemente se sospechaba, Alfonzo Ravard daba cuenta de ellos y siempre fue implacable. No todos podían seguir esas profundas, claras y brillantes huellas de él. Era duro y fiero enemigo de la holgazanería, de la mediocridad y de los inflados pretenciosos.
En lo que a mí atañe, nunca recibí nada de Alfonzo Ravard que no fueran cautas, precisas y bien dadas órdenes para ejecutar trabajos por la causa de Guayana, dentro de un ambiente de absoluta libertad profesional. Sabía promocionar y obtener provecho de la libertad que nos concedía a sus subalternos para conducir los en veces muy delicados asuntos que se nos confiaban. Para mí fue un orgullo haber servido a la patria por intermedio de ese hombre ejemplar.
Por igual el General Alfonzo tuvo a su cargo crear y desarrollar la primera PDVSA, en la que no había privilegios ni elites destacadas, sino también un puño de hombres de primera clase. Lamentablemente ya con el paso del tiempo, muchos de quienes fueron sus subalternos entraron por caminos que seguro hubieran sido objeto de reproches por ese gran motor y jefe y se dio inicio a una empresa con privilegios, para un país que no era la Venezuela de todos, si bien con tales procederes, a quienes él formó abandonaron sus consejas y ejemplos de vida ciudadana y productiva, pero Alfonso Ravard entrego pulcra a PDVSA, llena de un gran grupo de venezolanos insignes y de preocupados patriotas responsables de esa importante actividad.
Quizás las justificadas altas remuneraciones que percibían por la importancia de sus responsabilidades y lo generoso que resultaba ser en beneficios el producto final trabajado los hizo crecer engreídos y vanidosamente, pero no fue ese el ejemplo de quienes los dirigió y enrumbo dentro del orden , disciplina y trabajo.
Hecho el panegírico que precede, debo referirme ahora a esa mezquina posición de absurdo no reconocimiento de los valores patrios, y desprecio por quienes han brindado de alguna manera, pulcro, claro y limpio trabajo por su país. Alfonzo no fue siquiera objeto de reconocimiento oficial, ni de una palabra de gratitud. Apenas y escasamente una treintena de nombres, entre los cuales deploro no haber estado yo, pues no se me avisó del hecho, publicó un reconocimiento serio, modesto y de reproche a tan deplorable posición.
Alfonzo Ravard no era hombre de esas cosas, ni se engrandecía su noble humanidad por vanos reconocimientos. Quizá hasta mejor ha sido que esta caterva de mediocres de baja y alta alcurnia, ningún homenaje le haya hecho, pues aun por justo que ello fuera, con ellos posiblemente hubieran enturbiado su imagen y recuerdo.
No podían callar estas ideas, el General Alfonzo merece uno y muchos gestos más de reconocimiento que esos engreídos políticos de fama, ni de sus líderes de pacotilla.
La patria suele olvidar el dicho "Honrar también honra", tan repetido por quien fuere su noble padre, y a quien por igual se le aplico de manera injustificada ese doloroso proceder mal agradecido que culminó hasta con el ostracismo de su Venezuela.
Que sus restos descansen en paz y que de alguna manera se haga público lo mucho que dejó sembrado entre quienes tuvimos la honra de ser sus seguidores.
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