Durante los últimos 12 meses hemos visto la devastación que el cambio climático puede causar —inundaciones en Pakistán, incendios forestales en Rusia, deslizamientos en China—. Pese a eso, durante los mismos 12 meses hemos visto un creciente desaliento sobre los esfuerzos internacionales para proteger nuestro planeta. Copenhague fue una desilusión para todo el que cuida del medio ambiente. Pese a que se dieron algunos pasos importantes, simplemente no hubo suficiente progreso. Pero hoy, mientras el mundo mira a Cancún, quiero decir que todo aquel que se preocupa por el cambio climático debería entusiasmarse porque creo que hay tres buenas razones para tener esperanza en el futuro.
La primera es que la acción multilateral está lejos de morir. Los ministros británicos van a México esta semana con un enfoque que es a la vez realista y optimista. Realista porque sabemos que no se logrará un acuerdo global en Cancún, pero también optimista porque vemos que será un escaño fundamental para un acuerdo futuro. El impulso para la acción está con nosotros. El año pasado, todas las economías más fuertes, incluyendo Estados Unidos y China, propusieron por primera vez en forma conjunta acciones para limitar sus emisiones. Este año se trata de construir sobre esos resultados y acercarnos a un acuerdo global manteniendo el impulso hacia la siguiente cumbre en Sudáfrica al año que viene y hacia el futuro. Es vital que demostremos que se están logrando avances y que la responsabilidad recae en todos nosotros para que pongamos el hombro a la rueda y empujemos las cosas hacia adelante. Ir paso a paso puede ser frustrante, pero el consuelo es que vamos claramente en la dirección correcta.
La segunda razón para este entusiasmo es que existe un gran potencial para hacer un caso económico para la lucha contra el cambio climático que está todavía fuera de las estructuras. Tanto países desarrollados como en desarrollo tienen el potencial de lograr ganancias inmensas de una economía verde. Los mercados de bajo carbono ya valen alrededor de 3.2 trillones de libras esterlinas y se prevé que crecerán alrededor de 4% por año durante los siguientes cinco años. Creo firmemente que cambiando el argumento de la acción frente al cambio climático de un lenguaje de peligros y penalizaciones hacia un lenguaje positivo de obtención de réditos económicos, podremos tener un impacto más amplio. Es por eso que este gobierno ha creado una Iniciativa de Mercados de Capital Climático, para provocar una ola de nuevas inversiones verdes en las economías emergentes y hacer de la ciudad de Londres la capital mundial de inversión en el, rápidamente creciente, sector verde.
Eso me lleva a la tercera causa de esperanza. La habilidad de Gran Bretaña de realizar cambios directamente, inclusive fuera del progreso logrado en el proceso de toma de decisión multilateral. Sí, el cambio climático es una amenaza global, eso es cierto, el Reino Unido es solamente responsable de menos de 2% de las emisiones globales, pero eso no significa que tengamos que esperar hasta obtener un tratado global para hacer diferencia. Para empezar, hay mucho que podemos hacer en forma bilateral, tanto a través del gobierno como también a través de las empresas. A principios de este mes, el Reino Unido y China acordaron trabajar en forma conjunta para realizar iniciativas piloto de bajo carbono. El Grupo de Líderes de Empresas del Reino Unido e India ha publicado su primer reporte, lleno de ideas de programas conjuntos de investigación e intercambio de habilidades. Estamos proporcionando asistencia técnica a Indonesia para enfrentar la deforestación y dentro de la Unión Europea estamos direccionando el trabajo para promover la inversión en infraestructura de bajo carbono. De muchas maneras, ya estamos trabajando directamente con nuestros amigos para un buen efecto.
Nosotros también podemos promover cambios con acciones unilaterales, aplicando un ejemplo brillante en forma doméstica para que otros países lo sigan. Cuando esta coalición fue creada, dije que nuestra ambición era la de ser el gobierno más verde de la historia y no estamos desperdiciando tiempo tratando de lograrlo. En las siguientes semanas y meses estaremos llevando adelante algunos compromisos grandes incluyendo un nuevo Pacto Verde el cual dotará de aislamiento térmico a millones de hogares, el Banco de Inversión Verde para promover el crecimiento de bajo carbono y el financiamiento de 860 millones de libras esterlinas para una iniciativa de calefacción proveniente de energías renovables. Esta iniciativa, por sí sola, hará una diferencia enorme en lo que respecta a nuestro medio ambiente y a nuestra economía. Incrementará en más de diez veces el uso de energías renovables para la calefacción dentro de la siguiente década, reduciendo radicalmente las emisiones de carbón y creando miles de empleos. Otra forma con la que el Reino Unido puede hacer una diferencia es mediante nuestros programas y nuestro compromiso de garantizar esa ayuda, lo cual significa que seremos capaces de ayudar a los países más pobres en su lucha contra un clima cambiante y en el acceso a energía limpia.
Estas son razones verdaderas para la esperanza. La oportunidad para lograr avances hacia un acuerdo global de cambio climático. Una razón convincente para que países de todo el mundo se muevan hacia una economía de bajo carbono. Una oportunidad para que el Reino Unido haga una diferencia tanto a nivel doméstico como con un trabajo conjunto con economías grandes. Por todas estas razones, creo que podemos ser optimistas con respecto al futuro. En la última década hemos visto un mar de cambios en las actitudes del público hacia el cambio climático y un fortalecimiento de la voluntad política para lidiar con él, en la década que viene, estoy convencido que podremos hacer una verdadera diferencia.
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