lunes, 27 de febrero de 2023

Si me hubiera quedado en Sabana del Medio (Gustavo Coronel)

 



 Por diez años, entre 1994 y 2003, viví en Sabana del Medio, a unos tres kilómetros del Campo de Carabobo, en una amplia casa “venezolana” que construí con ayuda de trabajadores del lugar (Barrera), con piscina y dos hectáreas de terreno donde planté alrededor de 600 árboles frutales. Mi éxito con los frutales fue moderado porque la tierra allí no es buena para la agicultura y yo no sabía mucho de eso. Recuerdo que por algún tiempo le echaba úrea a los suelos, lo cual era contraproducente. Sin embargo fueron muchos los mangos, las mandarinas, los aguacates, los nisperos, los hicacos y muchos otros frutos (hasta café coseché en la penumbra de la ribera de la laguna)) que mi esposa y yo nos comimos o regalamos a nuestros amigos y vecinos. Planté dos cotoperíes que algún día darán frutos a los hijos de quienes vivan allá. Teníamos apamates plantados por nosotros, creciendo rápido, y un venerable curarí que encontramos allá, al lado de la laguna, el cual nos regalaba cada año, por tres o cuatro días, el maravilloso espectáculo de su florecer. Espero que todavía esté de pié porque el comején lo tenía agobiado hasta que logramos hacerle un tratamiento a fondo. La laguna estaba llena de peces y de babillas y, en la tarde, me sentaba en el amplio corredor de la casa, a ver pasar centenares de cotúas (negras) y garzas(blancas) las cuales iban a dormir en árboles vecinos, no en el mismo árbol, ya que parecían practicar una segregación racial más severa que en Missisipi. Adquirí una parabólica que me permitía ver hasta las telenovelas de Hong Kong, las cuales disfrutaba mucho, precisamente porque no podia entender los diálogos. El joven ingeniero, muy agradable, quien me mantenía conectado al mundo mediante un pago importante al año, desapareció un día, se fué con la cabulla en la pata y me dejó viendo la vecindad del chavo.

Solíamos estar en la piscina en la noche, bajo las estrellas, flotando arrullados por el romántico mugido de las vacas que se comían nuestras cayenas hasta que nosotros, en justa retribución, nos comimos a una de ellas. Fui presidente por dos o tres períodos consecutivos de la Asociación de Propietarios de Sabana del Medio, un grupo de soñadores que deseaban ser campesinos civilizados, como existen en los países más desarrollados. Sin embargo, los obstáculos eran formidables, comenzando por Eleoccidente, ese monstruo inepto y sádico que es causa probable de centenares de infartos al año. En efecto, cada semana fallaba la luz eléctrica y entonces yo debía salir a Tocuyito, a las oficinas de la empresa para demandar la restitución del servicio. Generalmente ello solo era posible cuando yo llegaba a la etapa de amenazar con pegarle candela a la oficina, con todos sus “burrócratas” indiferentes y retrecheros adentro.
Del grupo de parceleros recuerdo con especial afecto a Jesus Pulido, gran idealista y trabajador por el bienestar de todos nosotros y a Raimundo Cariello y su bella familia, quienes han perseverado y están allá todavía, con su Planeta Zoo, que ofrece una de las pocas alternativas de distracción para los niños de la zona. Saludos, Raimundo, María Alexandra, Lola, muchachas, venados y boas constrictoras!
Mál que bien logramos estabilizar a Sabana del Medio hasta la entrada del nuevo siglo, el cual coincidió con la llegada de la “revolución”. Desde ese momento comenzó un movimiento de “democratización” del agro, el cual consistía en promover invasiones de los pobres a tierras privadas que tuvieran o no en producción. Ese movimiento estuvo acompañado por la puesta en duda de la propiedad de nuestras parcelas. El INTI comenzó a pedirnos los papeles de propiedad de las parcelas desde la llegada de Colón a nuestras costas. Por supuesto, más vale un bolsa preguntando que un sabio respondiendo y pronto nos dimos cuenta que lo esa gente quería era plata. Superamos ese escollo de la manera venezolana tradicional.
Poco a poco las invasiones nos rodearon. Ya podía ver los ranchos construídos de manera precaria desde mi casa. Mis aspiraciones de vivir civilizadamente se fueron evaporando rapidamente. En paralelo, a los vecinos comenzaron a asaltarlos los malandros. Un día a los Cariello los amarraron y le robaron dinero y objetos de valor. Luego le tocó el amarre a mis vecinos los Betancourt, saqueo completo a mis otros vecinos los Brunicardi y asalto a mi otro vecino, un señor quien era suegro de un alto oficial de la guardia nacional y tenía “protección”. Inclusive los malandros asesinaron a un parcelero cerca del campo de Carabobo, un hermano de una señora llamada Blanca, muy chavista ella, creo que es embajadora de Chávez en Europa pero ni de vaina visita el municipio Libertador!
A mí me respetaron y creo que mi apellido me sirvió de escudo. Los malandros, generalmente muy ignorantes, pensaban probablemente que yo era un Coronel, no Coronel de apellido y que debía estar armado hasta los dientes. Nunca tuve un arma en la casa, hasta que le compré una escopeta a mi cuidador.
Ya para 2003, cuando regresé de un trabajo que me mantuvo dos años en Margarita (ese es otro cuento), la situación en Sabana del Medio era insoportable. La zona de Tocuyito estaba saturada de malandros y asesinos. Los servicios públicos colapsados. La gente honesta desolada, los sueños rotos. Cuando salía de mi casa, limpia y organizada por dentro, debía enfrentarme a la realidad de la zona: invasiones y ranchos por doquier, suciedad, caos, criminalidad, escasez de alimentos de calidad. Los vegetales del mercado al aire libre de Tocuyito eran muy melancólicos, prematuramente envejecidos, tantos los vegetales como quienes los vendían. Algunas veces los atraques de tránsito en el polvoriento pueblo eran desesperantes. Ir al banco en Tocuyito era como entrar a la sala de emergencias del Pérez de León: cuanta angustia, cuanto desorden. Al salir del pueblo había que enfrentarse con los lóbregos edificios de la cárcel, donde uno sabía que gente sufría y moría a diario.
No que todo fuera desastroso. La vida rural venezolana tiene o tenía sus encantos. Aún mi esposa y yo podíamos tomar carretera y estar en Santo Domingo en unas seis horas, o seguir hasta el hotel Los Frailes y echarnos un baño de decencia que nos hacía olvidar a nuestro infierno. O nos íbamos a comprar dulces en La Carolina, a menos de una hora de camino por los bellos valles de Bejuma y Montalbán. Pero luego comenzaron los asaltos en las carreteras hasta el punto en que no nos atrevimos a viajar más.
Había llegado la hora de partir. Salimos de Sabana del Medio sin mirar atrás, llenos de dulces memorias, sabiendo que había sido nuestro hogar por diez años y que habíamos compartido con buenas y amables familias un sueño de civilización rural que, al menos para nosotros, no se pudo concretar. Se nos vino encima el comején político y social.
Si me hubiera quedado en Sabana del Medio ya estaría muerto o en la cárcel de Tocuyito. Me hubieran asesinado unos desconocidos para robarme la camioneta, como casi me sucedió en La Encrucijada, mientras me comía una arepa, o estuviera preso por haberle pegado candela a las oficinas de Eleoccidente. Cuando veo las estadísticas para 2010 del crimen en el municipio Libertador (ver mapa) estoy convencido de que yo hubiera estado incluído en esa obscena cosecha de la muerte, la cual ha convertido a mi patria en un sitio no apto para la vida civilizada.
Hoy solo visito a Sabana del Medio con la imaginación, ayudado por Google Earth, programa con el que creo poder ver hasta el que era mi hogar. Lo que no puedo ver bien es si los cotoperíes han crecido!

Postal Sabana del Medio (Gustavo Coronel)





Durante la década de los 90 me fuí con mi esposa a vivir a Sabana del Medio, una urbanización rural cercana a Valencia, la obra de un emprendedor valenciano llamado Luis Ugarte. Con el dinero de la venta de un pequeño apartamento en Cerro Verde, en Caracas, compramos dos hectáreas de terreno en Sabana del Medio e hicimos una casa de 400 metros cuadrados, con piscina, gran jardín donde sembramos 600 matas frutales y árboles de sombra y construímos caminos interiores y un parrillero. Era, así lo creo, un mini-paraíso, eso sí, caluroso y afligido por las contínuas interrupciones del servicio eléctrico de la inepta Eleoccidente. En todo caso, mi esposa y yo fuímos felices allá, aunque nos dímos cuenta rapidamente que la tierra no era fértil, aunque si lo suficientemente buena para aguacates, cítricos y algunas otras especies frutales. El caujíl rojo y amarillo se daba salvaje y teníamos un riachuelo al costado de la casa que tenía agua durante todo el año, lleno de pequeñas babas y peces variados. La comunidad era pequeña, de gente emprendedora, auqnue la mayoría de los vecinos no vivían allá sino que tenían casas de fin de semana, pués vivían en Valencia o Maracay. Algunos habitantes de Sabana del Medio hicieron extraordinarios aportes a la comunidad. Tengo un agradable recuerdo de Jesús Pulido, Raymundo Cariello y de un maravilloso señor italiano quien se ofreció, sin conocerme, como garante de mis compras para la construcción de nuestra vivienda.

Poco a poco, sobre todo después de 2000, se fueron imponiendo las duras realidades de la zona: atracos, invasiones, ranchificación, hasta asesinatos de gente conocida. En la vecina Barrera existían siete botiquines pero no una biblioteca pública o un cine. La cercanía del Penal de Tocuyito no era tranqulizadora. Los vegetales del mercado eran cada vez más melancólicos. Nunca pudimos tener un teléfono, hasta que llegó el primer celular. El Internet llegó tarde y luego desapareció. Fracasamos en un intento de convertir una posada muy bella, propiedad de Luis Ugarte, en un centro de entrenamiento para los empleados de la General Motors. Decepcionados por la sensación de haber perdido nuestra “Shangri La”, salimos de Sabana del Medio en 2003.

Hoy veo una noticia sobre Sabana del Medio que me entristece:

“A las 4:00 pm del jueves, los juegos y las actividades recreativas que realizaban los 150 niños del plan vacacional del Banco de Venezuela fueron interrumpidas por siete hombres armados que irrumpieron de forma violenta en la agropecuaria Sabana del Medio, ubicada en el sector Barrera del Municipio Libertador del estado Carabobo. El grupo, conformado por los menores de edad y 30 adultos, se encontraba en esta finca disfrutando del receso escolar con actividades organizadas por le empresa en que trabajan sus padres. Durante una de sus actividades del jueves en la tarde fueron sometidos por los delincuentes, quienes portaban armas largas. Según fuentes extraoficiales, los visitantes provenían de Caracas y se encontraban en la agropecuaria, situada en el sector Tocuyito de Carabobo, muy cerca de la frontera con Cojedes.


Los 7 delincuentes primero sometieron a las personas que se encontraban en la entrada, custodiando el acceso al lugar, y posteriormente amenazaron con escopetas y revólveres a los niños y sus acompañantes. Los despojaron de teléfonos celulares, dinero en efectivo y otras pertenencias, y afortunadamente ninguna de las víctimas resultó herida.

Pienso que este asalto a niños es una prueba más del envilecimiento que se ha apoderado de nuestro país, enviándolo de golpe y porrazo a escalones inferiores del desarrollo y del bienestar social. Venezuela se ha convertido en un país dominado por la delincuencia, fuera y dentro del gobierno. Pienso hoy en Sabana del Medio y en el sueño que tuvimos de hacerlo un paraíso.
Que difícil es hacer progresar a Venezuela!


viernes, 24 de febrero de 2023

Stabroek block, Guyana, new oild discovery: Fangtooth (By Melisa Cavcic)



U.S.-headquartered energy giant ExxonMobil has made a significant new oil discovery at the Stabroek block, which boosts the block’s hydrocarbon resources, fortifying the oil major’s existing portfolio of extensive development opportunities offshore Guyana.

The new oil discovery, made at the Fangtooth SE-1 well on the Stabroek block, was disclosed on Wednesday, 25 January 2023, by ExxonMobil’s partner on the block, Hess Corporation. The Stabroek block covers 6.6 million acres (26,800 square kilometres) and is operated by ExxonMobil’s affiliate Esso Exploration and Production Guyana with a 45 per cent interest. The company’s partners in the block are Hess Guyana Exploration (30 per cent), and CNOOC Petroleum Guyana (25 per cent).

According to Hess, the Fangtooth SE-1 well encountered approximately 200 feet of oil bearing sandstone reservoirs. This well was drilled in 5,397 feet of water by the Stena Carron drillship. ExxonMobil’s new discovery is located approximately 8 miles southeast of the original Fangtooth-1 well, which had encountered around 164 feet of oil bearing sandstone reservoirs.

Hess confirmed that further appraisal activities were underway, highlighting that Fangtooth would add to the Stabroek block’s gross discovered recoverable resource estimate of more than 11 billion boe. The firm further underscores that this has the potential to underpin a future oil development on the block.

The new discovery adds to the continued exploration success offshore Guyana, as ExxonMobil has made over 30 discoveries on the block since 2015. The U.S. oil major’s first two sanctioned projects off Guyana are Liza Phase 1 and Liza Phase 2, which are producing above design capacity and are currently operating at a combined gross production capacity of more than 360,000 barrels of oil per day (bopd).

ExxonMobil’s third project, Payara, is on track to come online by the end of 2023 with a gross production capacity of approximately 220,000 bopd, using the Prosperity FPSO. The U.S. player’s fourth project, Yellowtail, is expected to be on stream in 2025 with a gross production capacity of roughly 250,000 bopd, using the ONE GUYANA FPSO.

In addition, ExxonMobil submitted for approval a plan for a fifth development, Uaru, to the government of Guyana in the fourth quarter. Pending the government’s approvals and project sanctioning, this project is expected to have a capacity of approximately 250,000 gross bopd with the first oil anticipated at the end of 2026.

A few months ago, Japan’s MODEC secured a FEED contract for Uaru FPSO. The firm will design and construct this FPSO based on its M350 newbuild design, which will be able to produce 250,000 barrels of oil per day, will have an associated gas treatment capacity of 540 million cubic feet per day, and a water injection capacity of 350,000 barrels per day.Melisa Cavcic, Jan 2023.