domingo, 20 de febrero de 2011
Artículo en El País de Antonio Llardén (Seguridad Energética).
La situación que se está viviendo en algunos países del norte de África y de Oriente Próximo, y los efectos que pueda tener sobre el suministro energético europeo, evidencian la importante influencia de la geopolítica en materia energética y deben hacernos reflexionar sobre nuestra seguridad de suministro, sus posibles vulnerabilidades y sus posibilidades de mejora.
Europa recuerda lo sucedido en el invierno de 2009, cuando "la crisis del gas" originada por el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania provocó que varios países de la UE sufrieran dramáticos recortes en el suministro de gas natural. En aquella ocasión, España no se vio afectada de ningún modo, puesto que nuestro país no importa gas ruso, y podría haber contribuido a aliviar las consecuencias sufridas por los países vecinos de haber contado con las interconexiones precisas para transportar gas más allá de la frontera francesa.
Sin embargo, España sí importa gas natural de varios países del norte de África y Oriente Próximo. Por ello, en las últimas semanas se han planteado las posibles repercusiones que la difícil situación que ha atravesado Egipto pudiera tener sobre nuestro suministro, en el caso de haberse producido una interrupción de los cargamentos de gas egipcio o de otras procedencias con paso por el canal de Suez.
El gas natural es un elemento fundamental en el mix energético de nuestro país. En 2010 representó aproximadamente una cuarta parte de la energía primaria consumida en España y con él se produjo más de un tercio de la electricidad utilizada por nuestros hogares y empresas.
En España no existen yacimientos de gas natural y es necesario importar del exterior el ciento por ciento de nuestra demanda. En este aspecto, y aunque dependiente de otros países que sí son productores, España está bien posicionada: nuestro Sistema Gasista, gracias en parte a su ubicación geográfica, con dos vertientes marítimas y su proximidad al continente africano, es uno de los más diversificados de Europa. Dispone de una doble vía de entrada del gas -a través de plantas de regasificación y por gasoducto- y esto le proporciona un alto grado de disponibilidad de capacidad de entrada y le permite recibir gas natural desde cualquier lugar del mundo.
En 2010, aproximadamente el 8% del gas natural consumido en España procedía de Egipto. De Argelia, nuestro primer país suministrador, importamos casi un 30% del total. El resto de suministros provinieron de hasta 10 países diferentes, destacando entre ellos Nigeria (21%), Qatar (15%), Trinidad y Tobago (9%) y Noruega (5%).
Sin embargo, aunque España cuenta con un alto grado de diversificación, casi un 40% del gas natural que consumió el año pasado procedía de países de la orilla sur del Mediterráneo: Argelia, Egipto y Libia. A esto hay que añadir las importaciones de gas natural que recibimos a través del canal de Suez, que constituye una de las principales arterias de tránsito de gas natural licuado (GNL) hacia Europa y España. El año pasado, el gas importado de Omán, Qatar y Yemen, es decir, más del 16% de nuestros aprovisionamientos totales, utilizaron esta vía de comunicación.
Ante una hipotética situación de inestabilidad prolongada en el norte de África, más del 55% de nuestras importaciones de gas natural podrían verse afectadas. Sin olvidar el riesgo geopolítico de Nigeria, país del que importamos más del 20% de nuestro aprovisionamiento de gas.
Este escenario, si bien no parece probable hoy por hoy, debe servirnos para recordar que en cualquier momento pueden surgir problemas de seguridad de suministro y que sus soluciones no se improvisan en el instante en el que suceden. Requieren de actuaciones a largo plazo y deben planificarse con anticipación, sin depender de situaciones de mercado coyunturales.
Teniendo en cuenta el papel fundamental que el gas natural desempeña en el abastecimiento energético español ¿cómo podemos blindarnos ante estas posibles contingencias y garantizar nuestra seguridad de suministro de gas?
La respuesta es doble. En primer lugar, es necesario desarrollar almacenamientos subterráneos que nos permitan disponer de un volumen suficiente de reservas de gas natural de carácter estratégico, almacenadas de forma permanente en nuestro país. Así sucede con los productos petrolíferos, para los que es obligado mantener unas existencias mínimas de seguridad equivalentes a 92 días de consumo. Frente a ello, para el sector del gas natural la exigencia de almacenamiento es la equivalente a un máximo de 20 días de demanda.
España dispone actualmente de una capacidad de almacenamiento subterráneo muy inferior a la de los principales países europeos de nuestro entorno, como Alemania y Francia, cuya capacidad de almacenamiento se sitúa en valores superiores a 90 y 100 días de demanda, respectivamente, con elevadas capacidades de extracción que les permitirían soportar posibles problemas de abastecimiento de larga duración.
El desarrollo de este tipo de infraestructuras es una asignatura pendiente de nuestro sistema gasista, que mejoraría en gran medida si todos los proyectos previstos o en desarrollo resultaran finalmente exitosos: Castor, Yela, Marismas y la ampliación de Gaviota.
El segundo elemento clave para incrementar nuestra seguridad energética es el desarrollo de conexiones internacionales con Europa a través de Francia.
En este sentido, está pendiente lograr una capacidad de interconexión adecuada, que integre definitivamente la península Ibérica en el mercado europeo, y que a su vez permita a la Unión Europea beneficiarse de nuestra elevada capacidad de recepción y regasificación de GNL, así como de nuestras conexiones por gasoducto con el continente africano. Esto contribuiría significativamente a la seguridad de suministro europea y española.
Durante los últimos años, los agentes del sector gasista en Francia, Portugal y España han realizado un importante esfuerzo para el desarrollo de nueva capacidad de interconexión en el marco de la South Gas Regional Initiative, promovida por la Comisión Europea y coordinada en España por la Comisión Nacional de Energía. Fruto de estas iniciativas, se han aprobado incrementos de capacidad en las conexiones internacionales de Larrau e Irún. Sin embargo, es necesario seguir impulsando el proyecto Midcat, como prolongación del Eje Mediterráneo que permitiría aumentar de manera decisiva el flujo de gas con Europa a través de los Pirineos.
Todos estos aspectos se contemplan en las iniciativas sobre infraestructura energética que ha propuesto el comisario europeo de Energía, y que han merecido el respaldo del reciente Consejo Europeo celebrado el pasado 4 de febrero en Bruselas.
El desarrollo de interconexiones es un tema estratégico para España, no solo desde el punto de vista de la seguridad de suministro frente al riesgo geopolítico. Supone también una oportunidad única de posicionarnos, gracias a nuestro liderazgo en GNL y regasificación, como puerta de entrada del gas del sur de Europa y país de tránsito, así como alternativa ante la dependencia rusa de muchos de nuestros vecinos europeos.
En definitiva, España cuenta con un buen nivel de seguridad de suministro en condiciones normales de funcionamiento de los mercados internacionales de gas. Sin embargo, tenemos que estar preparados para garantizar el suministro ante posibles conflictos geopolíticos. Para ello, debemos disponer de las adecuadas reservas y capacidades en los almacenamientos subterráneos y de una capacidad de interconexión que permita aportaciones recíprocas significativas para la seguridad de suministro de España y la Unión Europea. .
Antonio Llardén es presidente de Enagás.
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